Saltar al contenido principal
Revista de prensa

La reseña de la prensa francesa del 23 de octubre de 2014

Anuncios

La división en el seno del Partido Socialista francés y el pleno del Comité Central del Partido Comunista Chino son noticias que destaca la prensa francesa de hoy.

“Crisis abierta en los socialistas” es el regocijado titular de portada del conservador Le Figaro, en la que destaca que el primer ministro Manuel Valls quiere “acabar con la izquierda anclada en el pasado”, mientras que el que fuera ministro Benoit Hamon juzga que la política del gobierno “amenaza la República”. Para Yves Thréard, quien firma el editorial de este diario conservador, hasta ahora todo iba mal en la mayoría presidencial: resultados económicos catastróficos, tres derrotas electorales consecutivas, un jefe del Estado incapaz de ejercer su autoridad, parlamentarios que protestan contra la política que se lleva a cabo... todo es cierto, pero ahora es todavía peor: nada funciona entre el gobierno y el Partido Socialista, ni en el seno del este partido. Sólo seis meses después del cambio de primer ministro, la crisis ya no es latente, es abierta. Mientras tanto los franceses están agobiados por los impuestos, trajinados de una reforma incoherente a otra y sometidos a la improvisación permanente de un poder sin rumbo fijo. Ocupados por su guerra de trincheras entre antiguos y pretendidos modernos, entre izquierda clásica e izquierda moderna, los socialistas, concluye Le Figaro, muestran una vez más la prueba de su incapacidad para gobernar.

La prensa de izquierda se muestra también dura contra los socialistas. “Partido Socialista: los incendiarios”, es el contundente titular de portada de Libération en la que constata que ministros y diputados del PS se destrozan en público. Muy literario se muestra hoy Laurent Joffrin en el editorial de Libération. Cuenta un pasaje de una novela de Joseph Conrad, “Tifón”, en el que los pasajeros de un vapor en plena tormenta, viendo que una enorme ola ha abierto un cofre del que se escapan monedas, se lanzan a un pugilato ridículo, mientras que el barco está a punto de naufragar. Esto es lo que están haciendo diputados y ministros de la rosa, pegarse en el fondo de la bodega mientras que su navío azotado por las olas va directo a un arrecife que se llama Le Pen. Por supuesto que estas discusiones traducen verdaderos desacuerdos políticos. Valls se cree Tony Blair y Aubry Jules Guesde, el socialista decimonónico. Dos concepciones de la izquierda se enfrentan con fondo de angustia electoral. Pero creíamos que estas diferencias, en un partido responsable, se solucionaban durante los congresos, y no a golpe de frases envenenadas lanzadas por los micrófonos del país. Los debates ideológicos son serios, concluye Libération, merecen algo mejor que esta cacofonía suicida. La opinión pública juzgará severamente este espectáculo, sobre todo porque está envenenado por intrigas, ambiciones y mediocres preocupaciones tácticas.

En el Congreso del Partido Comunista Chino se desarrolla un debate mucho más sereno, al menos de fachada. Sin duda el número uno chino, Xi Jinping, necesitará todos los recursos de la dialéctica, podemos leer en el editorial de Le Monde, para continuar con objetivos que parecen pasablemente contradictorios: confortar un poder personal sin precedentes y avanzar al mismo tiempo hacia un Estado de derecho. Esta segunda ambición, considera Le Monde, es la del cuarto pleno del comité central del Partido Comunista Chino, reunido esta semana en Pekín. Los más de doscientos miembros del Comité consagran su reunión al tema favorito de Montesquieu: la autoridad de la ley. En el país del “socialismo a la china” se trata de “acelerar la edificación de un sistema de gobierno por la ley”, sin dejar de lado, por supuesto, la dictadura del proletariado. La fórmula puede hacer sonreír, pero corresponde a una cierta voluntad política. Xi Jinping empuja la economía hacia más privatizaciones. Para favorecer la inversión local y extranjera, las autoridades necesitan un marco más sólido, aunque sea quitando algo del poder señorial de los jefes del Partido Comunista a escala regional y municipal. La reforma económica, concluye Le Monde, supone un poco más de Estado de derecho. En esta extraña mezcla ideológica, unas gotas de Lenin y unas de Confucio, que caracteriza la primera potencia económica mundial, sólo la dialéctica puede explicar estas contradicciones.
 

Boletín de noticiasNoticias internacionales esenciales todas las mañanas

Siga toda la actualidad internacional descargando la aplicación RFI

Compartir :
Página no encontrada

El contenido que solicitó no existe o ya no está disponible.