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Revista de prensa

La reseña de la prensa francesa del 22 de julio de 2014

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El conflicto israelí-palestino y sus consecuencias en Francia siguen ocupando portadas y editoriales de la prensa francesa de hoy.

“El calvario de Gaza” es el titular de portada de Libération sobre una imagen de ruinas causadas por los bombardeos israelíes. Bombardeos, sobre todo en el barrio muy poblado de Chajaya, que han producido decenas de víctimas en el catorceavo día de la ofensiva israelí. Para Laurent Joffrin quien firma el editorial de Libération en primer lugar está el espanto y la piedad. ¿Quién puede seguir sin inmutarse ante el calvario que sufren los habitantes de Gaza desde el inicio de la operación “Barrera protectora”?, se pregunta Libération. Familias diezmadas, mujeres y niños destrozados, poblaciones desplazadas en el estruendo de las explosiones: las pérdidas civiles infligidas a los habitantes de Gaza alcanzan un nivel insoportable. Por supuesto que ningún gobierno, y el de Israel menos que nadie, puede tolerar que su territorio sea blanco de misiles, aunque sean pocos los que alcancen su objetivo. Por supuesto que, y esto lo olvidan los organizadores de las manifestaciones propalestinas, el estado de Israel se enfrenta a un adversario, el Hamas, que continúa reclamando su destrucción y cuya estrategia mortífera consiste en exponer a su propia población para sacar réditos políticos. Por supuesto que otras masacres en la región suscitan menos protestas. Pero precisamente, considera Libération, Israel alardea con razón de ser una democracia. Las exigencias que se le imponen son mayores. Ya es hora de buscar un camino para el alto el fuego, como reclaman europeos y americanos. Es hora sobre todo, concluye Libération, de buscar las raíces del conflicto para llegar a la única solución viable: la coexistencia de dos Estados soberanos.

Las consecuencias de este conflicto en Francia preocupan a la prensa conservadora. “Antisemitismo: Francia en estado de shock” es el alarmado titular de portada de Le Figaro, que constata que pasmada por los violentos disturbios en París y Sarcelles, la clase política francesa ha lanzado un llamamiento a la movilización general. Para Paul-Henri du Limbert, quien firma el editorial de este diario conservador, al paso que van las cosas, Francia va a parecer muy pronto, desgraciadamente, el país más antisemita del mundo occidental. Basta con contar las banderas israelíes quemadas o los insultos proferidos contra los judíos. Las imágenes de los recientes disturbios nos convencen de esta realidad espantosa: ser judío en Francia se está volviendo peligroso, tanto, que algunos piensan ya en marcharse. Pero los incidentes de estos últimos días nos obligan a mirar más lejos. Los franceses observan cada día más explosiones de violencia fuera de lo común, que llevan a jóvenes con orígenes norteafricanos o subsaharianos a quemarlo todo, a romperlo todo, a saquearlo todo. El odio al judío los consume, es evidente. Pero no sólo eso. Ante esta angustiante realidad, considera Le Figaro, se nos sirve desde hace años el mismo discurso victimista, se nos aconseja de no “estigmatizar” a esa gente y se nos canta los elogios del famoso “vivir juntos”. Pero el tiempo pasa y nadie se atrevería a decir que el fenómeno desaparece. Todo lo contrario, se agrava y provoca un inmenso divorcio. Nuestros compatriotas descubren día a día que su país tiene cada vez más franceses, porque la mayoría lo son, que detestan Francia. Y no lo esconden. Es vital, concluye Le Figaro, encontrar otra solución antes de que las hordas tengan la última palabra.

Le Monde subraya sin embargo su derecho a manifestarse. “El derecho a manifestarse es un derecho”, esta casi perogrullada es el titular del editorial de Le Monde en el que recuerda que aunque el derecho de manifestación no está en la Constitución francesa, como lo está el derecho de huelga, si lo está en la Declaración de los Derechos Humanos de 1789. Para Le Monde, el haber prohibido dos manifestaciones en París y Sarcelles es una confesión de impotencia. Reconocer que no va a contar con los medios de evitar disturbios. En una época en que las redes sociales en internet son más que útiles para organizar manifestaciones, fue un error, o una ingenuidad, creer que bastaría con prohibir una manifestación para que no tuviese lugar. En vez de calmar, concluye Le Monde, sólo ha hecho que aumente la tensión.

 

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