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FRANCIA

La crisis gubernamental en Francia plantea varias interrogantes

Tras una  ruptura ideológica en el equipo ejecutivo, el primer ministro Manuel Valls presentó la renuncia de su gobierno y está formando uno nuevo. Valls prescindirá de tres pesos pesados del antiguo gobierno: Arnaud Montebourg (responsable de la crisis actual), Benoît Hamon y Aurélie Filippetti respectivamente ministros de Economía, de Educación y de Cultura. Su partida, así como el sismo en la izquierda dejan mucha incertidumbre.

Benoît Hamon (izquierda) y Arnaud Montebourg, en dos entrevistas televisivas en dos cadenas francesas el 25 de agosto 2014.
Benoît Hamon (izquierda) y Arnaud Montebourg, en dos entrevistas televisivas en dos cadenas francesas el 25 de agosto 2014. France 2/TF1/Montage RFI
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La educación

Defensor del ala izquierda del Partido socialista francés, Benoît Hamon decidió dejar el ministerio de Educación tras haber criticado con vehemencia la política económica de François Hollande, que promueve la austeridad. A pocos días de la rentrée, del regreso a clases, la ausencia de este ministro preocupa a padres de familia y a representantes sindicales del gremio educacional. Esta fecha clave en el calendario francés, ya se anunciaba difícil pues se pondrá en marcha una gran reforma de “ritmos escolares”. Reforma criticada y difícil de aplicar, que modifica radicalmente los horarios de clases.

Aunque Benoît Hamon argumenta que había preparado con profundidad este regreso a clases, muchos juzgan irresponsable su partida. Además, en 147 días (lo que duró el primer gobierno Valls), no tuvo mucho tiempo para familiarizarse con la complejidad de su ministerio responsable de 12 millones de inscritos en escuelas y colegios, 2.3 millones de inscritos en universidades y 1 millón de profesores.

Durante este corto período, el ministro de la educación tuvo que confrontarse a varias polémicas, lo que no le dio la oportunidad  de profundizar las reformas. Al próximo ministro le tocará manejar una muy complicada rentrée sin conocer el expediente de los "ritmos ecolares". 

La cultura

Hasta hace poco, la ministra de Cultura, Aurélie Filippetti, se mostraba leal. Pero el debate sobre los “intermitentes del espectáculo” durante estos últimos meses marcó un cambio en su trayectoria. El gobierno y el sindicato de los empresarios tienen la intensión de limitar el régimen de los trabajadores del espectáculo, que les permite ser indemnizados cuando no tienen empleo, si acumulan ciertas horas de trabajo. Tras una serie de marchas, Aurélie Filippetti defendió abiertamente los intereses de miles de “intermitentes” y manifestó así su desacuerdo con el gobierno.

“Estaba cansada de morderme la lengua. Quería recobrar mi libertad, y esta libertad no es compatible con el nuevo gobierno”, declaró la ministra quién acusa al presidente francés de no ser suficientemente de izquierda. Su ausencia del nuevo equipo Valls no es una buena noticia para los trabajadores del espectáculo que pierden una aliada. Tomando en cuenta que François Hollande quiere un gobierno “coherente”, se puede preveer que el nuevo ministro de Cultura no arriesgará su puesto por los intermitentes que temen empobrecerse aun más.

La crisis institucional

Desde hace algunos meses, varios diputados socialistas han manifestado su desacuerdo con la línea económica y política del equipo Hollande-Valls. Han bloqueado la aprobación de ciertas leyes en la Asamblea nacional y preparan su artillería para el nuevo calendario legislativo que se abre. Su descontento se suma al de los ecologistas, comunistas y radicales de izquierda de quienes depende el equilibrio de la mayoría de izquierda en la Cámara de diputados.

Si los socialistas en el poder terminan de perder el apoyo de las otras fuerzas políticas de izquierda y si ya no son la mayoría en la Asamblea, la disolución de la asamblea se impone. Lo que implica ir a elecciones legislativas en las que la derecha y la ultra derecha tienen todas las posibilidades de ganar.

El ex ministro de Economía Arnaud Montebourg, que desencadenó la crisis gubernamental con sus críticas a la política económica de François Hollande, no es diputado. Pero muchos observadores creen que con su personalidad puede encarnar el líder que le falta a el ala izquierda del socialismo y de la Asamblea. 
 

 

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