Cartas de amor, locura y muerte a François Hollande
Cada día, el presidente francés recibe unas mil cartas redactadas por ciudadanos que expresan preocupaciones sobre su vida cotidiana, aconsejan al mandatario en cuestiones internacionales, pero también dan rienda suelta a propuestas de matrimonio, opiniones delirantes o amenazas de muerte. Todos reciben respuesta. Una periodista reunió algunas de estas perlas que le toman el pulso a la sociedad francesa.
Primera modificación:
El presidente francés François Hollande recibe cada día entre 800 y 1.000 cartas enviadas por ciudadanos comunes. En realidad, son unos 86 funcionarios (según cifras de 2012) quienes se ocupan del Servicio de la Correspondencia Presidencial (SCP) y garantizan una respuesta en 48 horas.
“El correo recibido es la expresión de una opinión libre, bruta, espontánea en la que los franceses fundamentan sus puntos de vista”, explica la periodista Sandrine Campese, quien publica en estos días “Monsieur le Président, je vous écris aujourd’hui/Ed. De L’Opportun” (Señor Presidente: le escribo hoy…), una investigación sobre este servicio público.
Estas esquelas son estudiadas con interés, según Campese. “François Hollande echa mano poco y nada a las encuestas si lo comparamos con Nicolas Sarkozy. Sin embargo, las síntesis que le envían cada mes es objeto de una atención particular por parte de su oficina”, asegura.
Como es de prever, existen los consejos sobre las políticas que debería seguir el presidente menos popular de la historia de Francia. “Señor presidente: ¡La URSS (sic) se prepara para atacar a Francia y usted no se da cuenta! ¿Para qué sirven sus servicios?”, protesta un ciudadano.
Otros denuncian cuestiones más locales, incluso de barrio, como el parisino que exige a Hollande una esterilización de los gatos del distrito 19 de la capital francesa.
Las peleas entre vecinos también pueden convertirse en lectura para Hollande. “La joven pareja que se mudó la semana pasada al piso de arriba ha tomado la costumbre de ‘copular’ entre medianoche y las dos de la mañana (…) Esto sólo excita a mi perro, que se pone a ladrar. Y después viene el vecino de al lado que golpea nuestra puerta a reñirnos”, se queja otra persona que pide la intervención presidencial.
A veces, las cartas al Palacio del Elíseo se convierten en correo del corazón. “Señor presidente, fue mi madre quien me alentó a escribirle. Está desesperada porque soy soltera y tengo 38 años. No se preocupe, no es por usted que escribo (perdón, usted es demasiado calvo para mí). Mi madre piensa que teniendo en cuenta la cantidad de personas que usted conoce, mi futuro marido debe estadísticamente encontrarse entre ellos”, escribe una mujer.
En otras ocasiones, no es la necesidad de amar sino el odio el que habla. “Ha llegado su hora… Por culpa suya Francia se ha convertido en el hazmerreír del mundo entero. (…) Pronto vendré a eliminarlo. Escuché decir que el viernes por la noche pasea tranquilamente su perro por la calle del Faubourg Saint-Honoré. Estoy acostumbrado, no se preocupe, será corto y breve y no sufrirá casi nada”, amenaza otro correo.
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