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París

Los candados del amor ponen en peligro a célebre puente parisino

La moda de poner un cerrojo con el nombre de los amantes está pesando demasiado para el Pont de Arts de la capital francesa. Las toneladas de acero suspendidas representan un peligro para el patrimonio histórico de la ciudad, además de un problema de seguridad para los barcos que navegan por el Sena. Esto, sin mencionar el floreciente negocio de robar candados para vender los metales.

El puente de L’Archêveché, cerca de Notre-Dame, también "sucumbe" a la moda.
El puente de L’Archêveché, cerca de Notre-Dame, también "sucumbe" a la moda. Foto: Alejo Schapire/RFI
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El Pont des Arts, que algunos recordarán por encontrarse en las primeras líneas de “Rayuela” con la aparición de La Maga, es víctima del amor. Desde 2008, este puente que atraviesa el centro de París se ha convertido en un lugar escogido por los amantes para sellar su amor ajustando a las rejas de seguridad un candado con los nombres de los tórtolos y lanzando la llave al Sena. Esta moda, que se ha extendido a otros puentes -el de L’Archêveché cerca de Notre-Dame y a la Passerrelle Léopold-Sédar-Senghor-, preocupa a las autoridades de la alcaldía de París.

Por un lado, las rejas que se encuentran en los laterales del puente ceden bajo el peso de los candados, que según técnicos de la alcaldía alcanzan varias toneladas. Los agentes encargados de la seguridad deben vigilar permanentemente el estado de las barandas atestadas de acero y, si hace falta, reemplazarlas primero por una plancha de madera y luego por una nueva reja, lo que permite que los turistas vuelvan a colocar nuevos candados. La caída de estas estructuras supone un riesgo no sólo para los peatones que se apoyan, sino también para los barcos que pasan bajo el puente.

Otro de los problemas según la alcaldía son los ladrones que cortan las rejas para quedarse con los candados y vender luego el metal, dejando restos cortantes en el puente.

Lea también: El Pont des Arts cede ante los ‘candados del amor’

Frente a estos contratiempos, sin hablar de los parisinos que se quejan de los daños que pueda sufrir un patrimonio arquitectónico de más de 200 años, la alcaldía sopesó las alternativas. ¿Prohibir y multar a quienes aten su candado, como hacen en Florencia con el Ponte Vechio? ¿Seguir el ejemplo de Hamburgo, que se limita a quitar los cerrojos? O, por el contrario, ¿alentar la práctica como en Liverpool? Otra opción es la de Moscú, que instaló un “árbol de candados”. Por lo pronto, las autoridades parisinas reconocen que prefieren hacer la vista gorda; después de todo, ¿París no es la capital del amor? Sin embargo, si el fenómeno se intensifica, prometen tomar medidas, por lo que el sitio de la alcaldía acepta propuestas. ¿Retirar cada seis meses los candados? ¿Crear un puente virtual en la web para los amantes? Puede dejar su idea aquí.
 

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