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Estados Unidos/Francia

El queso mimolette, último bastión de la excepción cultural francesa en EE.UU.

Estados Unidos ha prohibido el ingreso y destruido en sus puertos toneladas de la mimolette, un queso francés juzgado “disgusting” por las autoridades sanitarias norteamericanas, que reprochan al producto una excesiva cantidad de ácaros del queso en la cáscara. Francia protesta y los francófilos estadounidenses organizan en las redes un movimiento de resistencia.

Mimolette, el queso de la discordia.
Mimolette, el queso de la discordia. Fuente: Wikipedia.
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‘Este producto parece estar, parcial o totalmente compuesto por una sustancia asquerosa, pútrida, o descompuesta, o inadaptada como alimento”. Así explicaron los inspectores de la FDA (la administración federal encargada de la seguridad alimentaria) por qué han decidido prohibir desde abril la importación de la mimolette, un queso que se fabrica sobre todo en la norteña ciudad de Lille, caracterizado por su forma redonda y su color anaranjado.

Sin embargo, las autoridades norteamericanas se han fijado sobre todo en la presencia de seis "ácaros del queso" -como se conoce a estos arácnidos microscópicos- por pulgada cuadrada (6,54cm²) en la cáscara. Según la FDA, estos animalejos producen alergias, por lo que desautorizaron su comercialización en Estados Unidos y anunciaron que la tonelada y media que esperaba bloqueada en la aduana sería destruida.

Los franceses, para quienes la gastronomía es una rama -bastante alta- de la cultura, están furiosos, aunque EE.UU. importe anualmente apenas 60 de las 3.000 toneladas que exporta París. Los productores de queso recuerdan que nadie ha muerto por comer mimolette.

“Ningún estudio demuestra que los ácaros del queso sean alérgenos”, protesta Stéphane Plessis, responsable del departamento de exportación de la empresa normanda Isigny Sainte Mère. “Están presentes naturalmente en todas las bodegas de afinación. Y de todos modos casi nadie come la cáscara”, agrega.

Benoît de Vitton, responsable de la empresa en Estados Unidos, subraya que nada ha cambiado en la fabricación de la mimolette en años. “Existe una voluntad precisa, deliberada de la administración estadounidense de bloquear los quesos con ácaros”, asegura.

Como si se tratara de debatir acerca de las existencia de armas de destrucción masiva en Irak, la polémica llegó a la portada del Washington Post y un editorial del Washington Times, donde piden a la FDA que dejen tranquilos a los estadounidense que quieren el queso.

Y mientras la mimolette se derrite en la aduana, los amantes de la gastronomía francesa han organizado una campaña, porque el queso empieza a escasear en las tiendas especializadas. “La Cheesetique”, un wine bar de Washington, ha puesto un afiche que reza: “Save the mimolette”. Su propietaria, Jill Erber, ha creado una sitio especialmente dedicado a la causa en Facebook y en Twitter, donde defiende “los sabores sutiles y la textura cremosa y tierna” de este artículo que vende desde hace 9 años.

Además, todo esto se ha convertido en un buen negocio. Erber llama a sus clientes a probar “el gusto de la polémica” por una “legislación estúpida” que ha interrumpido el envío de un queso “que era importado desde la época de Luis XIV porque tiene ácaros de queso naturales”.

El interés por la mimolette y las dificultades para conseguirla han disparado las ventas del queso, que se vende a 48 euros del kilo. En la página de Facebook “Save de Mimolette”, los amantes del queso cuentan cómo encargan ejemplares hallados a cientos de kilómetros de sus hogares. Y algunos cuentan cómo han empezado a almacenar el queso en sus sótanos para que algún día sus nietos puedan probarlo.
 

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