Conversación con un campanólogo

El francés Régis Singer dirigió los estudios históricos y musicales que permitieron fabricar las nuevas campanas de Notre Dame de París. RFI habló con este apasionado campanólogo y músico sobre su oficio y sobre las nuevas campanas de la célebre catedral.

Las nuevas campanas de Notre Dame de París estarán expuestas al público hasta el 25 de febrero en la nave central de la catedral. © NDP

¿Por qué Notre Dame necesitaba nuevas campanas?
Antes de la Revolución francesa, Notre Dame poseía 10 campanas, dos de gran dimensión en la torre sur y ocho en la torre norte. Durante la Revolución, todas las campanas fueron desmontadas y destruidas menos la gran campana « Emmanuel » que se salvó de la ira del pueblo.

En 1856, se restituyó la mitad de las campanas en la torre norte, lo cual era insuficiente para recomponer la melodía original. Pero además, las campanas que se colocaron eran de pésima calidad. Esas campanas se hicieron con un metal que provenía de los cañones decomisados durante el asalto de Sebastopol, en la guerra de Crimea. Ese material no era el apropiado para fabricar campanas. El resultado fue unas campanas más pequeñas que se desgastaron poco tiempo después y que además no estaban afinadas las unas con relación a las otras, ni con « Emmanuel ». Por eso, urgía fabricar nuevas campanas, a imagen del carillón existente antes de la Revolución.

¿Cómo se pudo restituir la melodía original? ¿De qué documentos disponían?
Fue muy simple. Consultamos los documentos que se encuentran ahora en los Archivos Nacionales y en los archivos de la catedral. En los siglos XVII y XVIII, los responsables de las campanas habían anotado, con lujo de detalle, todas las especificaciones técnicas de cada campana. En esos registros encontramos el peso, que en aquella época se medía en libras y no en kilos. También, las medidas exactas de las campanas, por ejemplo el diámetro, especificado en pies y pulgadas. Así mismo, pudimos conocer el nombre de quiénes las fundieron, encontramos incluso numerosos croquis de cada campana. Eso nos permitió situar cada campana en nuestras tablas actuales para conocer la nota de cada una.

¿Cómo se fabrica una campana?
Eso es muy fácil y a la vez muy complicado. Es necesario fabricar un molde que es único porque una vez que el metal es vertido, ya no se puede volver a usar. En realidad, se utilizan tres moldes, para la forma, el interior y la parte superior de la campana. Una vez introducido el metal, se deja enfriar y luego se rompe el molde. Pero para fabricar el molde es necesario conocer las medidas de la campana que se quiere. Las campanas no son cilíndricas, se parte de un diámetro pequeño en la parte superior y se termina con un diámetro mucho más importante. Por eso, hay que calcular el espesor de la campana en diferentes puntos.

Por otra parte, hay que cuidar las proporciones. Lo ideal para hacer una campana es usar 78% de cobre y 22% de estaño, metales que deben ser de buena calidad.

Por último, cada campana produce, de hecho, al menos cinco sonidos (armónicos) diferentes, y es la agrupación de esos cinco sonidos que dan la nota real de la campana. En la medida en que esos sonidos están bien afinados entre ellos, la campana tendrá un sonido equilibrado, mayor potencia y proyección.

¿Quiénes fabricaron las nuevas campanas de Notre Dame?
En total debíamos realizar ocho campanas pequeñas y una campana mayor. Confiamos el proyecto a dos casas, la francesa Cornille-Harvard, que existe desde la época medieval y que fabricó las ochos campanas pequeñas. Por su parte, “Marie” fue obra de la holandesa Royal-Eijsbouts.

Todas las nuevas campanas están afinadas entre ellas y con respecto a la gran campana Emmanuel. Notre Dame de París merecía que sus campanas fueran de gran calidad, lo que producirá una melodía maravillosa.

Se dice que la gran campana Emmanuel es una de las más extraordinarias de Europa. ¿Por qué?
“Emmanuel” es una de las campanas más hermosas y sonoras actualmente en el mundo. Es el producto de muchos intentos para lograr su forma y sonido casi perfectos. Antes de su fabricación, Notre Dame tenía una campana llamada “Jacqueline” que era de muy buena calidad pero que con el tiempo se fue agrietando. En 1680, fabricaron una nueva campana utilizando el metal de Jacqueline pero dos veces más grande. También decidieron rebautizarla con el nombre de “Emmanuel”. Esta campana no quedó bien, así que decidieron encargar una nueva campana a cuatro fundidores franceses que lograron una campana excelente y bella. Pero poco tiempo después se dieron cuenta que esa campana no estaba afinada con respecto a su hermana menor “Marie”. En vez de fabricar una nueva “Marie”, lo que hubiera sido más lógico, decidieron fundir a “Emmanuel” por tercera vez. La actual campana fue fabricada en 1686 por Florentin Le Guay. Esa campana es extraordinaria porque Le Guay logró afinarla con respecto a “Marie”. “Emmanuel” da una nota grave (Fa#) que Le Guay logró colocando mucho más metal, es decir, que es una campana mucho más pesada y voluminosa. Esas dimensiones permiten a “Emmanuel” tener un sonido aterciopelado, cálido y muy potente, además de ser un instrumento de gran belleza. Por último, a pesar de haber sido fabricada hace más de 400 años, no ha perdido su calidad sonora.

¿Cómo van a acoplarse las nuevas campanas con “Emmanuel”? Se puede lograr una melodía homogénea con instrumentos de diferentes edades?
Por supuesto, porque las nuevas campanas se fabricaron con métodos antiguos y porque las campanas nuevas están afinadas con respecto a “Emmanuel”. Era el objetivo de este proyecto. Además, las nuevas campanas permitirán a Notre Dame tener distintas melodías litúrgicas pero también para anunciar las horas que sonarán cada 15 minutos.

¿Para un campanólogo como Usted, qué significa el proyecto de renovación de las campanas de Notre Dame?
Este proyecto ha sido el más extraordinario de toda mi vida. No sólo porque se trata de la catedral de Notre Dame de París sino porque trabajamos basándonos en la campana más hermosa de todas, Emmanuel. Además, las campanas son uno de los instrumentos más perennes, una vez que han sido fabricadas, que son de buena calidad y están afinadas, su esperanza de vida es de varios siglos. Algo así sólo se produce cada cientos de años y estoy muy feliz de haber dirigido este trabajo.