Marine Le Pen compara las plegarias musulmanas en las calles a la ocupación nazi
La hija menor del líder de extrema derecha Jean-Marie Le Pen y principal candidata a sucederlo acusó al Estado de someterse a la ley islámica, desatando la condena unánime de la clase política.Con un barniz republicano y laicista, la ultraderecha “new look” plantea hoy un “peligro electoral”, reconoce el partido de Sarkozy, que radicalizará su discurso de cara a las presidenciales de 2012.
Primera modificación:
Es el nuevo look de la extrema derecha francesa. Atrás quedó la tradicional retórica antisemita, homofóbica y el discurso racialista. Hoy, la ultraderecha francesa la encarna Marine Le Pen, una abogada de 43 años y dos veces divorciada que lleva ante los medios un discurso antiglobalización, defiende ante cámaras y micrófonos el modelo republicano y el laicismo contra el integrismo religioso islámico. Allí donde Jean-Marie Le Pen seducía a sus partidarios con chistes dudosos sobre el Holocausto y se imponía como el patriarca galo, único capaz de federar todas las corrientes de la reacción francesa con una lengua culta y arcaica, su hija menor se apresta a sucederlo al frente del partido Front National con una imagen moderna construida por comunicadores profesionales que, hasta el momento, habían sabido esquivar las calculadas provocaciones que le valieron al padre un cordón sanitario republicano que lo mantuvo lejos del poder.
Hasta ahora, porque Marine Le Pen acaba de pronunciar una de esas fracesitas calculadas para erizar a todo el arco político y dar pruebas de su linaje a los sectores más duros de su partido, antes de las elecciones internas de cara a las presidenciales de 2012. El pasado viernes, haciendo campaña en la ciudad de Lyon, feudo de su principal rival e ideólogo del partido Bruno Gollnish, Marine Le Pen condenó las plegarias callejeras de los musulmanes, que por falta de lugar en las mezquitas oran los viernes en algunas arterias de las ciudades francesas.
“Existe un avance de grupos religiosos que quieren aplicar la sharia [ley islámica] en nuestro país (…) Ellos avanzan con sus reivindicaciones y el Estado se somete”, sostuvo. “Hace quince años, apareció el velo [islámico], y empezaron a haber cada vez más. Después llegó la burka, y cada vez hubo más. Y después llegaron las plegarias en la vía pública. Primero en la calle Myrrha [en París], y hoy hay diez o quince lugares donde, de manera regular, una cierta cantidad de gente viene para acapararse los territorios”, dijo.
“Lo siento, pero para quienes les gusta hablar mucho de la Segunda Guerra Mundial, tenemos que hablar de ocupación, podemos llamarlo así, por que de hecho se trata de una ocupación del territorio”, sostuvo, desatando los aplausos de sus seguidores.
“Es una ocupación de sectores del territorio, de los barrios en los que se aplica la ley religiosa: es una ocupación. Es cierto, no hay tanques ni soldados, pero es después todo una ocupación y pesa sobre los habitantes”, añadió.
Las declaraciones fueron condenadas por el conjunto de la clase política francesa. “Este es el verdadero rostro de la extrema derecha francesa que no ha cambiado en nada, y Marine Le Pen es hoy tan peligrosa como Jean-Marie Le Pen”, aseguró el portavoz del Partido Socialista, Benoît Hamon. “¡Marine Le Pen es su padre! Basta de mentirse, tiene exactamente la misma personalidad que su padre”, las “mismas técnicas” las “mismas amalgamas”, las “mismas palabras”, aseguró por su parte el secretario general del partido presidencial UMP Jean-François Copé. Las asociaciones antirracistas no tardaron en anunciar que querellarían a Marine Le Pen.
Una amenaza electoral para Sarkozy
Concientes de que el padre era más fácil de demonizar que la hija, izquierda y derecha tratan de repetir la exclusión del Front National, aunque por el momento, a juzgar por la creciente popularidad en las encuestas de Marine Le Pen, la operación parece más difícil. Un sondeo publicado el 9 de diciembre por la encuestadora BVA asegura que la candidata recaba un 27% de simpatía entre los franceses, lo que le permitiría llegar a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2012, repitiendo la hazaña paterna de 2002, cuando Le Pen disputó la segunda ronda con Jacques Chirac. Desde el búnker del Front National afirman que no dan abasto ante el pedido de nuevas membresías para participar en las elecciones internas para entronizar a la heredera.
Esta dinámica preocupa sobre todo en el oficialismo. El partido de Nicolas Sarkozy, que supo pescar en la temática favorita de la extrema derecha para ganar la Presidencia en 2007, está dividido entre quienes están dispuestos a tejer alianzas puntuales con la extrema derecha y quienes la excluyen de plano, pero llaman a radicalizar el discurso para captar a sus electores.
En este sentido, el secretario general de la UMP, Jean-François Copé, advirtió ante sus simpatizantes este sábado que el FN era “un peligro electoral” y que era necesario echar mano a los valores fundamentales de la derecha, sobre todo la “firmeza”.
“Tenemos que ser muy ofensivos, como lo hace (el ministro de Interior) Brice Hortefeux en materia de seguridad y de lucha contra la inmigración clandestina”, dijo Copé, al tiempo que llamó a reactivar el polémico debate sobre la identidad nacional impulsado por Sarkozy y puesto entre paréntesis por haber permitido la multiplicación manifestaciones de xenofobia.
De este modo, el ascenso mediático de la heredera de Jean-Marie Le Pen marca los temas de la próxima campaña presidencial y dibuja los contornos de la nueva extrema derecha francesa, que, como el populista Geert Wilders en Holanda, explotan los fracasos de las políticas de integración de la inmigración para reinventarse con un barniz democrático.
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