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Suecia

Quinta noche de desmanes en la periferia de Estocolmo

La periferia de la capital sueca volvió a ser teatro de disturbios en la madrugada del viernes, con al menos nueve vehículos incendiados y conatos de fuego en dos escuelas y una comisaría. Hay 13 detenidos. La ola de violencia ha desatado en Suecia un debate sobre la integración de los inmigrantes, que representan alrededor del 15% de la población. 

Vehículos quemados entre centenares de personas que protagonizaban disturbios.
Vehículos quemados entre centenares de personas que protagonizaban disturbios. REUTERS/Fredrik Sandberg/Scanpix
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Por quinta noche consecutiva, los suburbios de Estocolmo se encendieron con actos de vandalismo: al menos nueve vehículos fueron incendiados, dos escuelas fueron blanco de principios de fuego, así como una comisaría.

El epicentro fue el nuevamente el suburbio de Rinkeby, donde seis vehículos fueron quemados. Otros tres automóviles fueron incendiados en Norsborg, al tiempo que se registró un inicio de incendio en la estación de policía en Aelvsjoe.

Además los bomberos señalaron incendios en dos escuelas, una en Tensta y la segunda en Kista, cerca de Husby, de donde partieron los disturbios luego de que la policía matara a un hombre de 69 años que había amenazado a los agentes con un machete.

Según la policía, que procedió a 13 detenciones, entre 300 y 500 personas se reunieron alrededor de los vehículos en llamas.

Los disturbios se produjeron en suburbios marcados por una alta tasa de inmigrantes, donde el desempleo duplica la media nacional y el fracaso escolar también supera holgadamente las cifras del resto del país. En Husby, la tasa de desempleo fue del 8,8% y en 2012, frente al 3,6% en Estocolmo.

La ola de violencia desató una polémica sobre el nivel de integración de los inmigrantes, en un país donde el 15% es de origen extranjero.

Según miembros de asociaciones locales, los autores de los disturbios aseguran que los policías son racistas y suelen tratarlos de “pordioseros”, “simios” o “sucios negros”.

Entretanto, y mientras en Rinkeby cientos de habitantes salían a protestar por los disturbios, el primer ministro Fredrik Reinfeldt subrayaba que es "importante recordar que quemar el automóvil de su vecino no constituye un ejemplo de libertad de expresión, sino que se trata de vandalismo".
 

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