El museo de los corazones destrozados

No todos celebran la fiesta de San Valentín. Mientras algunos cumplen con el ritual de invertir en chocolates, rosas y lencería fina para compartir con su pareja, los corazones solitarios tienen otra opción: depositar los restos materiales de su idilio en un curioso museo croata. Visita a lo que queda del amor después del amor.

Un croata ha dejado unas esposas doradas recubiertas con peluche fucsia y una sola palabra, en español: “átame”. Fuente: http://brokenships.com

La fiesta de San Valentín es el agosto de floristerías, chocolaterías y sex-shops, que cada 14 de febrero ven dispararse su número de ventas. Es también lo que ocurre con el Museo de Relaciones Rotas de Zagreb (Croacia), que recibe en esta fecha casi el doble de visitas.

¿No sabe qué hacer con su vestido de bodas ahora que se divorció? ¿Ella dejó para siempre su cepillo de dientes en su baño y no se decide a botarlo? ¿No se anima a quemar las fotos de la luna de miel? ¿Ni a deshacerse del ticket de entrada de la última película que vieron juntos? The Museum of Broken Relationships (El museo de relaciones rotas) de Zagreb tiene la solución: tráigalo.

“A diferencia de las autodestructivas iniciativas de autoayuda para recuperar amores truncos, el Museo ofrece la oportunidad de superar colapsos emocionales a través de la creación: contribuyendo a la colección del museo”, explican las autoridades del museo.

“Nuestras sociedades prevén ceremonias para casamientos, funerales y hasta graduaciones, pero nos niegan un reconocimiento del fin de una relación pese a su efecto emocional”, agregan.

Para llenar este vacío, los artistas Olinka Vištica y Dražen Grubišić han dado la vuelta al mundo recolectando objetos relacionados con la ruptura amorosa. El resultado es una suma variopinta de artefactos que encarnan la cultura local y la historia del lugar donde fueron hallados, aunque presentan patrones comunes más allá de las fronteras, lo que para los artistas lleva a compartir el sentimiento de pérdida y encontrar algo de consuelo.

“Los objetos que están aquí representan todas las etapas de la separación y cómo la gente avanza en el amor”, señala Grubišić, cofundador del museo en una entrevista a la agencia AP.

Allí está el enano de jardín que perdió la nariz. Una etiqueta, firmada por Ljubljana, una eslovena de 20 años, cuenta cómo durante una pelea el gnomo voló hasta el parabrisas del automóvil nuevo de su esposo, “arrogante, superficial y despiadado”, cayó y rebotó en el asfalto. “Fue una larga pirueta que dibujó un arco de tiempo – y este corto y largo arco definió el fin del amor”, recuerda. Y el fin de la nariz del enano.

Alguien que sólo se identifica como “un croata” ha dejado unas esposas doradas recubiertas con peluche fucsia y una sola palabra, en español: “átame”, un homenaje a Almodóvar.

Otro objeto interesante es el hacha que usó una mujer por despecho. Pese a las promesas de amor eterno, su novia decidió dejarla por otra mujer. La infiel tardó dos semanas en llevarse sus muebles de madera, dos semanas que esta berlinesa abandonada usó para reducir a pedazos los muebles de la otra. “El hacha pasó a ser un objeto terapéutico”, cuenta la dueña del objeto, que como los otros contribuyentes dejó una nota anónima.

Menos dramáticos, otros dejaron objetos sexuales -sex toys- con la fecha en que fueron utilizados, e incluso cuando no fueron utilizados, como el liguero que va acompañado por la leyenda siguiente: “Nunca los usó, si lo hubiera hecho la relación habría durado más”.

La visita termina en el “Brokenships Café”, un espacio con música y comida local que permite reponerse después de tantas emociones y, quizás, conocer a la próxima persona que le romperá el corazón.