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Bélgica/Elecciones

La tentación separatista entre flamencos y francófonos

La victoria de los separatistas flamencos en las elecciones legislativas en Bélgica acentúa la división lingüística y cultural de las dos comunidades belgas que cohabitan en el país. Al obtener casi 30 % de votos, los separatistas del N-VA (Nieuw Vlaams Alliantie) que dirige Bart De Wever han logrado una victoria histórica al constituirse como primera fuerza política del país, por delante del Partido Socialista Valón.

Bart De Wever presidente del N-VA
Bart De Wever presidente del N-VA Reuters
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05:34

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Alexandra Pineda

De los 150 escaños del parlamento belga, los separatistas flamencos obtienen 27, el PS Valón 26, los liberales francófonos 18,  y los demócrata cristiano flamencos 17. La extrema derecha flamenca del Vlaams Belang obtiene 12 escaños, es decir cinco menos que en 2007.

Los editorialistas de la prensa francófono como flamenca destacan en sus comentarios que el resultado electoral constituye un gran desafío para las dos comunidades que deberán ahora hablarse y negociar para evitar una crisis institucional. En el programa de Bart de Wever figura sin embargo la formación de un Estado belga confederal, lo que podría ser el comienzo de un estatuto de independencia para Flandes.

La tentación separatista de los flamencos belgas es seguida con mucha atención en Europa por las minorías nacionalistas desde los escoceses a los vascos, de los catalanes a los húngaros de Rumania. Mientras Bruselas es hoy con Luxemburgo la sede de la Unión Europea y de su parlamento, las divisiones entre flamencos y francófonos aportan confusión y fragilidad al proceso de la construcción europea. Sobretodo cuando Bélgica se dispone a asumir en el mes de julio la presidencia semestral de la unión Europea.

La difícil cohabitación entre ambas comunidades lingüísticas ha colocado Bélgica al borde de una crisis de nervios. Sin embargo,  el factor económico permite tener cierto optimismo sobre la posibilidad de un diálogo que conduzca a la formación de un nuevo gobierno de coalición. Más allá de las diferencias lingüísticas los empresarios belgas son concientes de que la secesión del Estado belga tendría consecuencias catastróficas en Bélgica y en Europa.

Bart de Wever ha propuesto en todo caso la formación de un gobierno de coalición, con un primer ministro francófono. Una de las primeras tareas del futuro gobierno será la de resolver el embrollo jurídico de Bruselas, la capital, dividida entre las dos comunidades.

 

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