Los líderes del G20 acuerdan 800 medidas para incentivar el crecimiento

Los países miembros del G20 se han puesto de acuerdo en torno a un objetivo: 2’1% de crecimiento económico suplementario hasta 2018. Para conseguirlo, los presidentes y jefes de Estado de las 20 potencias planetarias, reunidos en Brisbane (Australia), se han dotado de un ambicioso plan de reformas. Lo más difícil empieza ahora, ha advertido el FMI.

Kevin Lamarque

Más crecimiento económico. Es la fórmula mágica, el abracadabra mundial que debería permitirnos salir de la crisis. Es, sobre todo, la divisa que han asumido los líderes del G20 y que ha quedado plasmada en el documento final firmado en Brisbane, al cierre de la cumbre este domingo. La fórmula tiene su cifra: un 2’1% de crecimiento suplementario, por encima de las previsiones, y hasta 2018.

Para alcanzar ese objetivo, destinado a sacarnos de la atonía económica, los líderes mundiales han adoptado un plan de más de 800 medidas. Incluye grandes planes de inversión en diversos países, como Argentina, Brasil, México, India o Estados Unidos, así como el programa de inversiones de 300.000 millones de euros que para Europa promueve el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

Los países miembros del G20 contarán con una nueva herramienta, una plataforma bautizada Centro Global de Infraestructuras, que permitirá poner en contacto a inversores y promotores de grandes proyectos en todo el mundo. Durante los primeros años la sede estará en Sidney.

La directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, expresó su satisfacción por estos acuerdos pero, a la par, advirtió que lo más difícil es la puesta en marcha de las medidas. “Nuestra tarea será supervisar país por país, medida tras medida, la realización de las reformas”.

En el ámbito financiero, el G20 respaldó y aplaudió los avances realizados, por iniciativa de la Organización para la cooperación y el desarrollo económico (OCDE°, para limitar o acabar con la llamada "optimización" fiscal que practican las multinacionales. El asunto es de suma actualidad tras el escándalo de Luxleaks en Luxemburgo, en el que numerosas empresas pactaron en secreto para pagar menos impuestos en ese país. Pero la apuesta por la transparencia fiscal ha decepcionado a las organizaciones no-gubernamentales, que consideran que faltan medidas concretas.