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Carrusel de las Artes

La libertad de expresión, un derecho fundamental pero con límites

Primera modificación:

Tras el atentado de Charlie Hebdo, la sociedad francesa defendió el derecho de los caricaturistas asesinados a publicar sus dibujos, incluso si éstos son ofensivos. Muchos consideran que el semanario satírico muchas veces ha abusado de la libertad de expresión. Sin embargo, la justicia francesa siempre ha defendido al semanario satírico considerando que se trata de caricaturas y porque en Francia la blasfemia no es un delito.

La portada del 6 de enero de 2016 de Charlie Hebdo: "Un año después, el asesino sigue suelto".
La portada del 6 de enero de 2016 de Charlie Hebdo: "Un año después, el asesino sigue suelto".
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Los cinco caricaturistas asesinados en el ataque contra Charlie Hebdo, Charb, Cabu, Wolinski, Tignous y Honoré, defendían a capa y espada su derecho a dibujar y burlarse de quien sea. Ese es el pilar del espíritu francamente provocador y polémico del semanario satírico. Una línea editorial que Charlie Hebdo no ha abandonado a pesar del atentado y de los juicios que ha tenido que enfrentar. Al contrario, la portada del número aniversario publicado el miércoles -una caricatura de un Dios asesino- es una cucharada más de la misma poción.

Aunque la sociedad francesa apoyó mayoritariamente el derecho a la libertad de expresión, muchos consideran que Charlie Hebdo ha sobrepasado muchas veces los límites, e insultado la fe católica, judía o musulmana con sus dibujos.

“Todo derecho puede ser limitado por ley. La libertad de expresión, que es un derecho fundamental, tiene muchas limitaciones. Usted no puede difamar a alguien, o llamar a la provocación al odio. Pero en el caso específico de Charlie Hebdo, la justicia siempre ha considerado que el semanario no caía en el delito de racismo contra los musulmanes, por ejemplo”, explicó a RFI el profesor de derecho público Carlos Herrera, de la Universidad de Cergy-Pontoise.

Ahora bien, los dibujantes de Charlie Hebdo habían recibido numerosas amenazas incluso de muerte, por lo que debían ser protegidos por guardaespaldas. Es decir, que el ejercicio de la libertad de expresión supuso una limitación de otras libertades.

“En una sociedad democrática el ejercicio de la libertad de expresión no debería conllevar riesgos. En caso de diferendo, se recurre a un juez que decide si Usted cometió un delito o no. Pero vivimos en un mundo globalizado con sociedades democráticas y otras teocráticas, basadas en religiones y creencias, lo que puede llevar a acciones violentas. El atentado contra Charlie Hebdo fue un hecho excepcional, y por eso causó tanto estupor”, aseguró el académico.

La última portada de Charlie Hebdo provocó incluso una viva reacción del Vaticano. Pero en Francia, la publicación no suscitó demasiada polémica.

“Todo lo tiene que ver con la religión, se aceptan con cierta tolerancia en Francia. Porque es una sociedad laica y porque la ley no contempla el delito de blasfemia, que sí existe en otros países. Eso hace que la gente acepte más fácilmente la crítica a las religiones, cualquiera que sea”, agregó Herrera.

A pesar de este grado de tolerancia, los riesgos que corre el periódico manteniendo su línea editorial son muy altos. Un año después del atentado contra Charlie Hebdo, el semanario sigue circulando aunque la dirección física del semanario se mantiene secreta y bajo fuertes medidas de seguridad.

“A pesar de todo esto, que Charlie Hebdo siga en su postura y sus portadas provocadoras son bienvenidas un año después. Voltaire decía que las ideas debían expresarse, lo que es fundamental para una sociedad democrática”, concluyó Carlos Herrera.

 

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