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Carrusel de las Artes

El museo Rodin de París, más accesible que nunca

Primera modificación:

Luego de tres años de intensas obras de modernización, el museo Rodin de París volvió a abrir sus puertas. Con un presupuesto de 16 millones de euros, los restauradores y el museo lograron crear un espacio más abierto y accesible, que permite una mejor comprensión del proceso creativo de Rodin. Este centro cultural es uno de los más visitados de Francia.

El escultor francés Rodin recupera su museo tras tres años de obras. © Agence photographique du musée Rodin/Jérôme Manoukian
El escultor francés Rodin recupera su museo tras tres años de obras. © Agence photographique du musée Rodin/Jérôme Manoukian
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Cualquiera que ya haya visitado el jardín del museo Rodin de París, sabe la calma que procura pasear en compañía de su famosa escultura "El Pensador". Y eso a pesar de la cantidad de turistas.

Durante tres años, este refugio urbano, que fue también hace más de un siglo un refugio de artistas, fue cerrado en el marco de una importante restauración.

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Hace tres semanas, el llamado hotel Biron que alberga el museo, fue nuevamente abierto al público. El objetivo de los administradores fue presentar nuevos aspectos del francés considerado como uno de los padres de la escultura moderna. "Quisimos un recorrido que muestra las facetas diversas de Rodin. Dejamos también que el visitante entre aun más en el proceso de creación de Rodin, para comprender como se llega a las obras maestras que todo mundo conoce como El Pensador o el Beso", explicó a RFI Catherine Chevillot, directora del museo.

Mostrar el proceso artístico de Rodin

El museo destaca en su nueva exhibición obras que salen de las reservas, así como esbozos, esculturas de barro, de yeso, que antes permanecían ocultas. Se trata de presentar el recorrido de creación del artista, desde el dibujo hasta la escultura monumental. Dos salas están dedicadas a la técnica de Auguste Rodin. "Al principio,  Rodin esculpía con tierra a una escala bastante pequeña y luego poco a poco realizaba moldes, a veces volvía a trabajar los moldes con yeso, podía agregar plastilina o un pedazo de tela para remodelar la forma de yeso", explica Bénédicte Garnier, responsable de la colección de Rodin. "Si alguien le hacía un pedido podía transformar esas pequeñas esculturas en trabajos de bronce o de mármol. Los visitantes pueden ver un modelo de El Pensador a mediana escala en una de las salas del museo y luego ver el modelo grande en el jardín del museo."

"La puerta del infierno", "Balzac", "El hombre que camina"... La génesis de esas obras se descubre a través de un recorrido -de 18 salas en total- dividido en dos plantas. La circulación es ahora más fluida, al tiempo que se han incorporado nuevas salas a la visita.

Una sala por ejemplo vuelve a estar decorada como en los tiempos en que Rodin vivió en el hotel Biron, a partir de 1908: un biombo tras el cual se desnudaban las modelos, una virgen medieval, bustos romanos sobre cajas de madera y la estatua de un enano japonés, cuenta Bénédicte Garnier: “Es decir todos los objetos que había comprado y que amaba apasionadamente, que había acumulado y que constituían su marco de vida y que veía todos los días en Meudon."

El museo Rodin , uno de los más visitados de Francia

La remodelación no tenía únicamente un objetivo pedagógico o estético. Garnier se acuerda que “el hotel Biron estaba extremadamente decrépito. Tenía mucho encanto pero también muchos problemas de degradación y dificultades de accesibilidad. El público en silla de ruedas no podía subir al primer piso. Necesitamos tres años para que recuperase su brillo, para remodelar el parquet y también para agregar todo un nuevo sistema de iluminación con lámparas LED que permiten precisamente una iluminación óptima de la escultura."

Además las lámparas LED son más ecológicas. Con un costo de 16 millones de euros, las obras son indispensables para mantener el rango del museo Rodin que está entre las 10 galerías más visitadas de Francia.

Un color de pintura específicamente creado para el museo Rodin

Una de las mayores innovaciones es la sustitución del fondo blanco de las paredes por otro de color gris, elaborado especialmente para el museo.

"Hay dos colores principales que fueron utilizados para los muros que se inspiran un poco de lo que encontramos en las capas antiguas de pintura, en todo caso para el gris verde. Y el gris pardo es una creación exclusiva de nuestro socio Farraw and Ball para la renovación del museo Rodin. Es un color que escogimos para que se combinen a la vez con la escultura y con los acabados de madera siempre teniendo en mente que el mármol y el bronce puedan ser bien visibles en un fondo de color. Con un fondo blanco, el yeso no se ve y el bronce parece una masa negra a contraluz. Había que encontrar un tono adecuado para que la escultura se expusiera con todo su volumen”, explica Catherine Chevillot.

Todo está pensado para que el visitante se impregne del arte de Rodin. Catherine Chevillot: "Lo que quisimos hacer con el arquitecto es que el visitante se sumerjiese en este universo. Queríamos suprimir, siempre que fuese posible, las barreras entre el visitante y la obra. Claro que conservamos las explicaciones, pero todos la información complementaria quedó fuera de las salas. No queríamos que la contemplación de las obras fuera contaminada por esos elementos".

Casi no hay vitrinas y las únicas que existen están dedicadas al yeso, una materia frágil. Los administradores del museo cuentan con la disciplina de los visitantes para no tener que recurrir a las barreras y cerrar nuevamente este espacio, que fue transformado en museo en 1919.

 

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