En el marco de la exposición que el Grand Palais de París dedica a Velázquez, el próximo 17 de abril tendrá lugar en el auditorio del Museo del Louvre un concierto del Cuarteto Tanas dedicado en gran parte a la música española.En dicho concierto va tener lugar el estreno mundial de Aracne, obra del compositor español Héctor Parra, que el gran museo francés le encargó, en coproducción con el Wigmore Hall de Londres, el Konzerthaus de Viena y el Festival de Gerona en España.Obra inspirada en el cuadro Las hilanderas de Velázquez, Aracne teje vínculos entre la España del Siglo de Oro y la música de nuestros días.
Héctor Parra nace en Barcelona en 1976, en cuyo conservatorio realiza sus estudios musicales.
¿El hecho de trabajar en el IRCAM de París ha cambiado tu rumbo musical?
Sí, mucho. Primero como estudiante, y ahora como profesor de composición del cursus, desde hace dos años. He cambiado mucho, porque el hecho de tratar los sonidos electrónicamente, pensar dispositivos para que en tiempo real transformen en vivo el sonido, implica una transformación de la propia escritura, instrumental o vocal, y una reconcepción de la propia idea de obra.
Es decir, mi música se ha hecho mucho más plástica, las texturas son más exploradoras de colores, que sin esta experiencia de tratamiento del sonido en estudio no hubiera desarrollado. Cuando trabajas la electrónica, grabas sonidos, los transformas en estudio, o tienes los músicos en vivo.
De hecho estas escogiendo. El hecho de componer implica escoger, faire le choix. Y el hecho de estar siempre escuchando sonidos tratados out-put y tener que escoger cuáles son los mejores, desechar los peores y decidir al instante sobre una base acústica es completamente distinto de escribir una partitura, porque el sonido lo tienes en la cabeza -lo puedes tocar, pero más o menos lo tienes en la cabeza-, y no tienes esta posibilidad.
¿Hemos agotado los recursos de la informática para la creación musical?
No, al contrario. Creo que estamos aún en una época muy primitiva de la informática musical. Menos primitiva que hace cincuenta años, pero incluso yo, o gente que pertenece a la joven generación de compositores, como yo, aún escribimos mucha música instrumental. Porque la riqueza, digamos emocional, plástica o gestual que nos dan los instrumentos de tradición europea, violines, flautas etc., aún no la podemos tener al mismo nivel que la transformación electrónica. Estamos en una época muy primitiva, muy inicial de la música electrónica.
Precisamente tu obra “Aracne” que vas a estrenar la has escrito para cuarteto de cuerdas, formación que inventó Haydn, y que utilizaron hace más de doscientos años Mozart y Beethoven...
Sí. (se ríe) Es un encargo del museo del Louvre que me hicieron hace ya tres años. Me dijeron que había en perspectiva una gran exposición sobre Velázquez, que primero debía montarse en el Louvre, pero que después pasó al Gran Palais; aunque el Louvre colabora, naturalmente.
Me la propusieron a mí como compositor español, catalán, que vive en París. Y estuve encantado porque Velázquez es uno de los pintores que más adoro. Incluso su propia pincelada inspira permanente mi manera de hacer música. Tenía la idea de hacer una obra para conjunto de música antigua, con instrumentos de época, pero al final decidimos hacer una obra para una formación clásica de cámara por excelencia, el cuarteto de cuerdas.
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