El documento adoptado este fin de semana en la Cumbre del Clima (COP20), titulado “La llamada a la Acción de Lima”, fue redactado luego de la prolongación de las negociaciones. En juego estaba la obtención de un cierto consenso que abriera un camino hacia los acuerdos climáticos de París en 2015. No obstante, la resolución no convence a algunos sectores.
En los medios oficiales el documento fue calificado de satisfactorio porque, por primera vez en la historia de estas cumbres, se establece un calendario para que los países presenten, detalladamente, las acciones que llevarán a cabo para combatir el cambio climático.
En general, las organizaciones ecologistas opinan que el texto deja muchos cabos sueltos, aunque Greenpeace reconoce que se ha dado un paso adelante con miras a la Cumbre del Clima de París.
Como quiera que sea, los Estados más desarrollados tendrán que presentar sus contribuciones antes del 1ro de octubre del año próximo. Los ecologistas esperan que precisen en sus respectivos compromisos los mecanismos de financiamiento para la dotación de los países en vías de desarrollo, a fin de que puedan adaptarse a las sequías, el deshielo de las regiones polares, las tormentas y otros fenómenos que, según los especialistas, constituyen pruebas palpables del recalentamiento de la tierra.
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