Tabaré Vásquez asumió por segunda vez la presidencia de Uruguay. Mujica, su predecesor y compañero de militancia política, termina su mandato con un 65 % de popularidad y, desde el Senado, será el líder del partido oficialista Frente Amplio.
Pese a un traspaso de poder aparentemente armónico, podrían presentarse tensiones entre las dos figuras del FA. Hay varios asuntos en los que Tabaré y Mujica discrepan; por ejemplo, la decisión del ex presidente de acoger en el país a refugiados sirios y a ex prisioneros de Guantánamo puede ser fuente de discordia. Ya Tabaré anunció que solo dará continuidad a esa política tras una evaluación, en función de su impacto en la sociedad uruguaya.
Para el politólogo uruguayo Adolfo Garcé, el prestigio de Mujica y su peso como elemento de poder pueden determinar el surgimiento de desaveniencias entre los dos hombres. Los recientes elogios de Vásquez a Mujica se explican en este contexto.
El desafío de Tabaré Vásquez es el de ser el presidente de las clases populares, como lo fue José Mujica.
Fabián Werner es nuestro corresponsal en Montevideo.
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