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Cuba - Estados Unidos

La normalización de las relaciones tomará tiempo

Estados Unidos y Cuba deben definir este jueves 22, en La Habana, el cronograma para el restablecimiento y normalización de sus relaciones, rotas en 1961. El proceso se anuncia difícil y con muchos osbtáculos.

Josefina Vidal, directora de Estados Unidos de la Cancillería cubana, encargada de recibir  a la representante de Estados Unidos, Roberta Jacobson
Josefina Vidal, directora de Estados Unidos de la Cancillería cubana, encargada de recibir a la representante de Estados Unidos, Roberta Jacobson Reuters
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El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, dejó en claro la víspera que ambos países tienen mucho que negociar por delante antes de normalizar sus relaciones. Más de medio siglo de enfrentamiento no se olvidan  fácilmente.

Cierto, la buena voluntad de que han hecho prueba ambos gobiernos desde  que el pasado 17 de diciembre los presidentes Barack Obama y Raúl Castro anunciaron el restablecimiento de relaciones diplomáticas, es un punto de partida necesario pero no suficiente para normalizarlas.  Las negociaciones  de alto nivel iniciadas ayer en la capital cubana, las primeras en 35 años, así lo muestran. Al final del primero de dos días de encuentro ambas delegaciones reconocieron que por ahora no hay acuerdo sobre el tema de la migración. Gustavo Machin, número dos de la delegación cubana, dijo "al menos hemos acordado que estamos en desacuerdo sobre algunos temas".

Este jueves la reunión se centrará en fijar el marco general que pueda conducir al restablecimiento de relaciones. La víspera, en Bruselas, John Kerry, el Secretario de Estado estadounidense, declaró "cuando sea el momento y sea apropiado, tendré mucho interés en viajar a Cuba para abrir formalmente una embajada y avanzar en nuestra relación".  Pero antes de éso algunos  temas a negociar son el fin de las restricciones de viaje a los diplomáticos, el número de personal que tendría cada embajada, las facilidades para el envío de paquetería de las delegaciones diplomáticas o las garantías para permitir el libre acceso a la Sección de Intereses de Estados Unidos en la capital cubana y a la representación de la isla en Washington.

El retiro de Cuba de la lista de estados que promueven el terrorismo, donde fue incluída en 1982 bajo la presidencia de Ronald Reagan es también un tema mayor, aunque no el más complicado.  El Departamento de Estado dispone de 45 días para presentar un informe sobre este tema al Congreso. Washington debe informar si en los pasados seis meses  "Cuba no ha participado ni apoyado actos de terrorismo internacional" y si "ha renunciado al uso del terrorismo". Pero es el presidente de Estados Unidos quien puede o no decidir suprimir esa sanción.

Para Cuba, entre otros temas, hay dos de primera importancia. El fin de las sanciones  de Washington  para permitir las transferencias bancarias hacia la isla, así como el levantamiento de su veto  para  que Cuba pueda obtener préstamos ya sea en los mercados internacionales o ante instituciones multilaterales. El segundo  es no  menos complicado: ¿qué trato dará el gobierno de Cuba a las demandas en su contra por las empresas nacionalizadas después de la revolución? Hasta ahora la línea de La Habana es muy clara. Se podrían atender las demandas  de indemnización de los estadounidenses cuyos bienes fueron nacionalizados a partir de 1961, aunque en paralelo habría también que tratar las compensaciones que Cuba  recibiría por los daños provocados por más de medio siglo de embargo comercial. Otra es la posición de la Habana sobre los intereses y propiedades de los cubanos que  dejaron la isla. Sobre éso, lo han dicho, no hay nada que negociar.

 

 

 

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