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Grandes Reportajes de RFI

Colombia: la desigualdad desde la infancia

Primera modificación:

En Colombia, aunque la calidad y la cobertura en educación parecen haber aumentado en los últimos años, sigue existiendo una gran desigualdad entre los diferentes sectores de la población. Si ciertos niños no pueden acudir al jardín infantil, otros en cambio están matriculados en jardines privados en los que aprenden a hablar inglés e incluso, a veces, a ser pequeños líderes.Un reportaje de Charlotte de Beauvoir.

Jardín infantil 'Constructores del Mañana' en Pasto, Colombia.
Jardín infantil 'Constructores del Mañana' en Pasto, Colombia. Flickr/Constructores del Mañana
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“Generaciones que gobiernan”: con ese eslogan, Harvard Kids, uno de los tantos jardines infantiles exclusivos de Bogotá, pretende formar pequeños líderes. ¿Su filosofía? Lograr que los niños salgan del jardín “con una mentalidad de gobierno sobre sus vidas y sobre su entorno, siendo niños felices, líderes, seguros de sí mismos, solidarios y llenos de valores que guían su actuar”, según reza su sitio web.

Para alcanzar esta meta, además de enseñarles inglés, teatro o música, los docentes buscan fortalecer la autoestima y desarrollar las habilidades de liderazgo de cada niño a través de actividades particulares, como hacerles elegir el juego o dirigir un equipo. Según la directora de la institución, Maritza Olaya, “todo esto va sembrando esa seguridad, esa confianza en ellos mismos porque así, saben que pueden llegar a liderar cosas, que pueden ser propositivos, que su opinión es importante”.

La idea que prevalece en este preescolar bilingüe es que las personas exitosas no son solamente las que tienen el mejor promedio, sino aquellas que no les da temor salir al frente. La psicóloga del centro estima que es muy importante implementar ese liderazgo desde la infancia: “Todos tenemos que sobreponernos a muchas situaciones todos los días, y un líder tiene la capacidad de adaptarse a estas situaciones. Un líder es aquella personita que logra salir adelante y reponerse ante todas las dificultades”.

Sin embargo, para matricular a su hijo en Harvard Kids, hay que contar 260 euros al mes, más unos 350 euros para la inscripción anual. En la capital colombiana, los jardines más exclusivos pueden llegar a costar hasta 600 euros mensuales. Una tarifa prohibitiva, en un país donde la desigualdad de ingresos es de las más altas del mundo. Según cifras del Banco Mundial, el 10% más rico de la población se lleva el 42 % de los ingresos nacionales, mientras el 10% más pobre se queda con el 1% de la riqueza del país.

El economista Juan Camilo Cárdenas, profesor en la Universidad de los Andes, piensa que si la desigualdad es tan alta, es porque “hay políticas en Colombia que favorecen muchísimo a los más poderosos económicamente. El sistema tributario sigue siendo regresivo: los más ricos contribuyen muy poco proporcionalmente a lo que contribuye la clase media y el resto de la población”.

Esta desigualdad no se refleja únicamente en la repartición de los ingresos: a pesar de los esfuerzos del gobierno, la educación es un gran foco de inequidad. Un problema que empieza en la casa, como lo explica el experto en educación Francisco Cajiao: “Los niños más ricos casi no necesitarían ir al colegio para tener una alta educación: viajan, hay bibliotecas en sus casa, hay acceso a internet, hay un capital cultural acumulado enorme. En cambio, estamos reuniendo a todos los niños más pobres en unas comunidades de pobres, donde no tienen contacto con otros niños que tengan otras experiencias de vida”.

En Colombia, donde la escuela es obligatoria a partir de los cinco años, la segregación empieza desde muy temprano. Si bien es cierto que el promedio de la cobertura a nivel preescolar ha aumentado en los últimos años, una gran parte de los niños con bajos recursos entran en el sistema escolar más tarde que los demás, aun cuando se conoce la importancia de la educación temprana como lo resalta Francisco Cajiao: “Es la etapa de socialización, una etapa en que el desarrollo del lenguaje se consigue mucho mejor cuando los niños están con otros compañeros. (…) Se considera que son años en que a partir del juego, se logran avances muy significativos cuando el niño ingresa a la escolaridad formal”.

La movilidad social también se ve dificultada por la desigualdad en la calidad de la educación, recalca Sandra García, quien investiga estos temas en la Universidad de los Andes. En las zonas rurales o en las zonas urbanas desfavorecidas, la calidad de la educación es sustancialmente más baja a nivel de insumos: docentes con menor nivel de formación y con condiciones de contratación más desfavorables, infraestructuras deficientes, escaso acceso a computadoras… El acceso a una buena educación “depende del lugar de nacimiento, de la educación de los papás, de las condiciones socioeconómicas del lugar, y no depende del esfuerzo de las personas. Los niños que entran en situación de desventaja a la primaria tienen mucho menos oportunidades de ingresar a una buena universidad. La educación no sirve de ascensor social”, lamenta Sandra García.
 

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