La larga agonía de un condenado a muerte obliga a suspender ejecuciones
La falta de eficacia de una inyección letal prolongó durante 45 minutos la muerte de un condenado en Oklahoma, lo que llevó a la suspensión de una segunda ejecución programada para dos horas más tarde. La abogada del reo fallecido denuncia que su cliente fue “torturado hasta la muerte”.
Primera modificación:
Clayton Lockett recibió la inyección letal a las 18.23 del martes. Quince minutos después, el director de prisiones constató “el fracaso de la intravenosa” y ordenó detener la ejecución. Sin embargo, a las 19.06, después de mostrar signos de sufrimiento, un infarto “fulminante” puso fin a la vida de Lockett, condenado por haber asesinado y enterrado viva a una joven de 19 años que había secuestrado.
Tras el fracaso de la inyección, el director resolvió inmediatamente aplazar 14 días la ejecución de Charles Warner, prevista para las 20H00, lo que fue aceptado por el Gobernador de Oklahoma.
Según el director del penal, Robert Patton, no fueron las drogas las que fallaron, sino el método de administración. Patton señaló que hubo un problema con la llegada del sedante a la vena del reo, y que ante este tipo de falla existe el riesgo de una asfixia agónica y dolor. Pero mientras la administración penitenciaria asegura que fue la sonda intravenosa el origen del problema, la defensa cuestiona el contenido de las sustancias letales.
"Después de rechazar durante varias semanas dar detalles básicos sobre los medicamentos usados en los procedimientos de inyección letal esta noche, Clayton Lockett fue torturado hasta la muerte", denunció de inmediato Madeline Cohen, abogada de Warner.
Los dos hombres que se hallaban en el corredor de la muerte obtenido en marzo pasado la postergación de sus ejecuciones por falta de anestésico para las inyecciones intravenosas.
El telón de fondo es un debate sobre la utilización de la inyección letal. En efecto, los laboratorios europeos se niegan a vender productos para ser utilizados en la aplicación de la pena capital y otras firmas en Estados Unidos lo hacen con reticencia y en secreto, temiendo represalias por parte de quienes se oponen a la pena de muerte.
Este secretismo alrededor del origen de las sustancias utilizadas dificulta su compra por parte de los estados y conlleva una opacidad denunciada por los detractores de su uso.
De hecho, ambos condenados habían obtenido en marzo pasado la postergación de sus ejecuciones por falta de anestésico para las inyecciones intravenosas.
Sin embargo, el estado logró aprovisionarse, cambió el procedimiento de ejecución y los dos condenados agotaron esta vez todas sus apelaciones. Sus abogados renunciaron, en la tarde, a presentar un último recurso ante la Corte Suprema.
La ejecución se realizó con un nuevo protocolo de inyección letal, que nunca se había probado. Este nuevo procedimiento incluye tres productos, un sedante, un anestésico y una dosis letal de cloruro de potasio.
Ahora, la defensa del otro condenado a muerte exige una investigación sobre lo ocurrido. "Debemos obtener respuestas completas sobre lo que falló. Debe haber una investigación independiente realizada por una tercera parte y no por las autoridades penitenciarias", reclamó Madeline Cohen, la abogada de Warner en un comunicado después de la ejecución.
"También debe realizarse una autopsia por un técnico independiente y debe haber una transparencia total sobre las conclusiones", agregó.
"El estado debe revelar todas las informaciones sobre los medicamentos, incluido su grado de pureza, su eficacia, su origen y los resultados de todos los análisis", fustigó Cohen, según quien "ninguna ejecución puede ser autorizada en Oklahoma mientras no haya más información acerca de la ejecución fallida de esta noche".
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