Son más de tres millones de mujeres, cada año, en el mundo a las que se les mutila total o parcialmente, sus genitales. Son niñas de uno a quince años, sometidas a una suerte de macabro ritual de iniciación. En Egipto hablamos de veintisiete millones, en Etiopía de veinticuatro y en Sudán de doce.
Por el contrario de lo que suele pensarse, esta práctica nada tiene que ver con la religión, sino con usos culturales ancestrales, fuertemente arraigados en estas sociedades.
Zipporah y Stella son kenianas. Contaron su historia, semejante a la de muchas niñas en su país, a los voluntarios de Kirira, una ONG que trabaja en la erradicación de esta costumbre, a través de proyectos de educación.
Varios países de la región han implementado leyes para reducir el número de mutilaciones femeninas. De hecho, se percibe una caída en el número de casos, aunque no es un descenso rápido. La educación es un factor clave para tratar de acabar con este fenómeno. Las campañas organizadas por diversas ONG en varios países ponen énfasis en las consecuencias nefastas de tal costumbre en la salud de las niñas.
En América Latina la ablación femenina es practicada solo por algunos pueblos indígenas. Es el caso de los Embera, en Colombia.
Entrevistadas: Eva Domínguez, matrona de Médicos Sin Fronteras; Begoña Navarro, responsable de sensibilización de la ONG Kirira.
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